En el articulo a continuación, aparecido en el Diario de Jerez:
http://www.diariodejerez.es/article/jerez/645083/quotllegar/santiago/nos/costo/horasquot.html

Se relata la experiencia de María Vela, jerezana, que se encontraba en la ecoescuela El Manzano, en la región del Bio Bio durante los episodios sismicos:

"Llegar a Santiago nos costó 15 horas"

La jerezana aislada en Chile por el seísmo narra el largo viaje hasta la capital chilena y dice que quiere "volver cuanto antes pues mi madre no soportaría que retornara a fin de mes como estaba previsto"
Manuel Moure / Jerez

Un grupo de niños visita la ecoescuela donde trabajó la jerezana.

María Vela, la joven jerezana que espera en Santiago de Chile a poder volver a España tras el terremoto que afectó la zona centro del país el pasado sábado destacó, ayer a este medio que consiguió salir de la casa que ocupaba junto a su acompañante, una joven embarazada, "antes de que parara el movimiento más fuerte. Allí (fuera) nos reunimos con otros amigos de la casa, sacamos algunos asientos para quedarnos fuera, alejados de los árboles grandes y sin miedo a que ocurriera algo con el tendido eléctrico porque ya se había cortado la luz. Hicimos un fuego y entre bromas nos relajamos, hubo alguna réplica, pero poco a poco se calmó y volvimos a la casa, esta vez con todas las puertas abiertas".

Según explicó la jerezana, la cooperación entre todos los habitantes de la ecoescuela 'El Manzano' les permitió superar con facilidad los primeros momentos. "A la mañana siguiente -destacó a este periódico- volví a la cocina donde he estado trabajando durante el curso junto con Doris, una amiga habitante de la villa. Estábamos agotadas pero tuvimos mucha ayuda para cocinar, algunos cortaban las verduras y otros fueron a por agua al pozo manual. Otro grupo fue a cosechar algunos alimentos para las ensaladas. Teníamos gas, y de todos modos, si éste se acabara, teníamos un gran bosque de pinos y cocina a leña. Así que nuestras necesidades básicas estaban cubiertas. Otro grupo se marchó a hacer un baño seco, pues al no haber electricidad los baños tradicionales no se podían utilizar".

"A la tarde cocinamos la cena para todos, ya con menos ayuda puesto que los alumnos preparaban sus diseños finales del curso, volviendo poco a poco a la normalidad y ayudando entre todos a mantener la calma. En la noche hicimos una fiesta de despedida del curso, llena de agradecimientos por que todos estábamos bien y con muchos pensamientos puestos en Concepción, donde parecía que todo estaba peor", apuntó la estudiante.

La segunda noche volvió a ser dura, reconoció María Vela. "Esa noche la pasamos en la casa, hubo alguna réplica, pero nada grave. Eso sí, a la mañana siguiente todos teníamos sensación de mareo, estábamos un poco tristes. El movimiento de la tierra no paraba del todo. Algunos decían que la tierra había expresado su rabia por la negligencia humana, otros que no era más que un fenómeno natural ocasionado por la geología...".

La principal fuente de noticias de los habitantes de 'El Manzano' (treinta familias residentes y cuarenta alumnos de permacultura) fue la radio. "Conseguíamos oír de vez en cuando las noticias de la radio de los coches". Hablaban de "10 muertos, 20 muertos, de tsunamis en Miami, en Hawai, de carreteras cortadas... todo era confuso. Algunos salieron a llamar a sus familias, a buscar cobertura. Además, era el cumpleaños de mi hermana y le pedí a uno de ellos que intentara enviarle un e-mail de felicitación diciendo que estaba bien. Y así lo hicieron, pero mi angustia seguía porque no tenía certeza de que hubiera llegado (el mensaje)".

Desplazarse se antojaba complicado. "En las noticias decían que no había gasolina en las estaciones. Eso significaba que no podíamos salir. Allí teníamos de todo y nos llegaban noticias de una nube tóxica en Santiago, del toque de queda en Concepción... El número de muertos ascendía, pero el grupo aún mantenía la calma". Fue justamente a la mañana siguiente cuando los habitantes de la ecoescuela supieron que era posible conseguir gasolina. "A la mañana siguiente hubo noticias de que había combustible y un grupo de amigos que se iba para Santiago me hizo un hueco en su coche, que ya iba muy lleno, pero sabían que me urgía contactar con mi madre. Me despedí de este lugar de enseñanza, de una vida sustentable, donde tanto había aprendido durante los últimos cinco meses. Realmente más nos vale ir aprendiendo de este tipo de técnicas y éticas para estar preparados ante los efectos del cambio climático que continuarán haciéndose notar en Europa. La gran crisis ha existido en los lugares muy dependientes del petróleo y la electricidad, es decir, las grandes ciudades", destacó la comprometida joven.

El camino hasta Santiago fue "largo y caluroso". Según manifestó, "tardamos como 15 horas, encontramos un lugar donde almorzar rico, cantamos a voz en grito canciones de Luz Casal, pensé que ya estaba más cerca de tranquilizar a los míos. Había grandes atascos. Pero los chilenos tampoco se dejaron llevar por el pánico en esta ocasión. Algunos trozos de la carretera estaban muy dañados. Fue a las 5 de la mañana cuando llegamos a 'Pachamrita', otra finca experimental de permacultura en la que viven la familia de los amigos que me trajeron finalmente a Santiago. Ahí pasamos la noche, pero antes de dormir un poco contacté con todos los que pude y me sorprendí por la rapidez conn la que mi nombre había aparecido en tantos medios así como por el sensacionalismo de algunos titulares". Fue a la mañana siguiente "cuando vinimos para Santiago, al piso de mis amigos desde donde escribo ahora, donde me siento totalmente protegida y en familia. Ahora exploro mis posibilidades para volver, puesto que si bien mi vuelo estaba previsto para el próximo 29 de marzo. Sé que mi madre no soportaría una espera tan prolongada para verme sana y salva. Parece ser que es falso ese rumor de que la Embajada española nos íba a organizar un vuelo para todos los interesados, así que tendré que comprar mi tercer billete de vuelta (el primero lo perdí con la quiebra de Air Comet). Pero en breve estaré de vuelta, eso sin duda. Sólo espero que esta experiencia sirva a muchos como un aviso de la importancia de construir hogares menos dependientes de supermercados, empresas de agua y electricidad... y personas capaces de mantener la calma en cualquier situación".